¿Mujer o Diosa?

Hoy se encuentran en el cielo Venus y el Sol, dando lugar a una Venus Star Point en el signo de Leo que en su recorrido forma la punta de su estrella orbital. Venus es, junto con Luna, uno de los arquetipos femeninos. En este momento se muestra nuestra belleza oculta, aquellos misterios creativos que yacen en nuestro interior. Pero no estoy aquí para hablar de astrología, sino para compartir contigo una reflexión ya que toda esta danza cósmica me remite a “Pariremos con placer” de Casilda Rodrigañez, obra que estoy releyendo y que cada vez abre perspectivas, revelando entendimientos.

Pongamos un poco de contexto. En los años 70 y años sucesivos hemos vivido una revolución arqueológica. Gracias a arqueólogas como Marija Gimbutas o antropólogas como Riane Eisler, hubo una revisión de la concepción que teníamos de la prehistoria y de la naturaleza humana. La primera, investigó y documentó extensamente sitios arqueológicos, vasijas, frescos, estatuillas del paleolítico en adelante, demostrando la veneración que tenían nuestros antepasados por la “Diosa”. Eisler, en “El Cáliz y la Espada” refuta la vieja creencia comúnmente aceptada de que la humanidad siempre ha sido violenta y ha predominado un sistema de dominación. Basándose en las investigaciones de Gimbutas, y otros, demuestra cómo antiguamente nuestras sociedades eran colaborativas, matrilineales (que no matriarcales) y no se regían por paradigmas bélicos ni opresivos. En definitiva, Eisler teoriza sobre la idea de que el patriarcado tienen fecha de inicio (esperemos también que de caducidad) y que realmente el tiempo de su predominio es corto en relación a la historia de la humanidad. Según ella, el error de los arqueólogos, antropólogos e historiadores es el de examinar el pasado con un lente patriarcal sin tan siquiera considerar otras formas de sociedad (y sí, la historia la han escrito los hombres).

Pero, regresemos a Venus y a las Diosas. Todxs conocemos las famosas “Venus” prehistóricas; unas hermosas estatuillas que representan figuras femeninas de diferentes formas pero en general con curvas y pechos abundantes. Bien, el ojo patriarcal ha catalogado a estas figuras hasta de “pornografía antigua” -como si fueran objetos que encarnaban los deseos de los hombres-. Eisler o Gimbutas demuestran que, al contrario, estas estatuillas eran Diosas, objetos de veneración que representaban lo más sagrado que tenía el ser humano: la vida, la fertilidad, los ciclos.

Ahora bien, Casilda Rodrigañez va un paso más adelante y dice: ¿Por qué tienen que ser Diosas? ¿Acaso no son representaciones de las mujeres y de su vida diaria?

Y aquí es donde empezamos a tejer todos estos conceptos juntos. Venus Star Point, Diosas, Mujeres… ¿Será que alimentar la idea de que estas representaciones, estos cultos antiguos, eran dirigido a las diosas, no es una forma de seguir relegando la mujer a la segunda fila? ¿Acaso no somos la mujeres que parimos, amamantamos, creamos y preservamos la vida? ¿Por qué alabarían a unas diosas y no a las mujeres comunes, humanas, que sin lugar a duda manifiestan el misterio de la creación en sus vientres? ¿Cuánto tiempo vamos a seguir venerando lo externo y seguir escondiendo la belleza que nos habita? ¿Tan difícil es sacralizar la vida humana y adorar los procesos más terrestres, viscerales, sexuales? ¿Acaso el concepto de dioses y diosas no deriva también de una sociedad de dominación?

No sé ustedes, pero a mi todo esto me huele a que es momento de dejarnos de diosas, dioses y compañía y dar lugar a que se exprese el divino misterio de nuestro interior. Todo es sagrado, y siento que esto lo sabían muy bien nuestras ancestras y ancestras. Una mujer pariendo es sagrada: por eso la esculpían. Igual que retrataban en las cuevas escenas y animales de su vida cotidiana, lo hacían con las mujeres en su cotidiano y ese acto tan misterioso, sexual, salvaje, primordial que es el de la Vida.

Dejemos que la energía de Venus, que a todas nos habita, nos acompañe en este camino de autoreconocimiento, de regreso a la esencia y pueda de esta forma proyectarse en el mundo el brillo de nuestro interior; crudo, real, auténtico, visceral, vital, sensual, fértil, jugoso. Dejémonos de diosas y empecemos realmente a tejer un mundo colaborativo en que todas y todos nos veneramos, respetamos y relacionamos con honestidad y amor.

Con amor,

Leonor

Referencias: “Pariremos con Placer”, Casilda Rodrigañez.

“El Cáliz y la Espada”, Riane Eisler.

“Diosas y dioses de la Vieja Europa”, Marija Gimbutas.

“El Lenguaje de la diosa”, Marija Gimbutas.

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