Tod@s somos hij@s del feminismo

Desde hace algunos años he notado una oleada de rechazo hacia el feminismo, tanto en mujeres como en hombres. Desde el tan despectivo término de “feminazi" como las declaraciones complacientes que promulgan: “Yo soy mujer pero no soy feminista eh” o aún “Yo estoy de parte de las mujeres pero no soy feminista”, entre otras. También he vivido y observado frases acusatorias del tipo: “Claro, como escuchas esas mujeres feminista ahora te crees que…” con sus infinitas variantes. Incluso reconozco que yo misma en algún momento me he sorprendido haciéndome la pregunta de si era yo realmente feminista pues no sentía dentro de mi una energía activista ni la motivación para unirme a una marcha o reivindicación.

Sin embargo y en víspera del 8M, observo todo este fenómeno anti-feminista y pienso: “Somos verdaderamente una pandilla de egoïstas.”

Primero de todo, definamos: qué es el feminismo? Según la RAE, se define de las dos siguientes formas:

Doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres.

Movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres.

Podemos leer las nociones de movimiento, doctrina social, es decir, el feminismo nace de las personas y no es inmóvil: nace, crece, se transforma, como todo en esta vida. Y, ¿hacia dónde va? ¿Qué pretende? Simplemente la igualdad. Una igualdad de derechos y capacidades entre mujeres y hombres. Algo absolutamente primordial, fundamental, esencial.

Creo que todas las personas que se enorgullecen de su no-feminismo han olvidado que las mujeres tienen derecho al voto desde solamente el año 1933 en España y 1947 en México. En otras palabras: las mujeres llevamos únicamente 4 generaciones con un reconocimiento político. Y esto es sólo la punta del iceberg pues tras el derecho al voto se encuentran siglos de sumisión, violencia, represión, cacería de “brujas”. La mujer no existía (y sigue sin hacerlo en muchos lugares del mundo) por entidad propia sino que era un objeto del que se apropiaba primero el padre, después el marido. Su sexualidad era sinónimo de vergüenza, pecado y desdicha. No obstante, el propósito de su vida era el de ser una “buena esposa” que sirviera como se debe al marido y procreara la estirpe que asegurara la herencia del patrimonio (y si procreaba varones, mejor que mejor).

Todo esto puede sonar muy lejano pero no lo es. En gran parte de las sociedades de nuestro planeta Tierra siguen sin respetarse los derechos y dignidad de las mujeres. En países occidentales, continua en auge la violencia machista, el estigma de la puta, y las políticas sociales discriminatorias. Las mujeres siguen siendo un objeto del consumo; ya no sólo en manos del patriarcado sino también del capitalismo. Nos siguen abusando, violando, cuchicheando, juzgando, ninguneando.

Pero oye, no es para tanto y las feministas son unas marimachos agresivas.

Lo más irónico de todo es que el feminismo no es sólo un movimiento que mejora las condiciones de existencia de las mujeres sino también de los hombres. Si hoy un hombre puede llorar, expresar sus emociones, salir de su rol de proveedor y ocupar otros espacios, es también gracias al feminismo. Si podemos vivir en pareja sin estar casados, es gracias al feminismo. Si se cuestionan las formas de nacer, parir, menstruar, es gracias al feminismo.

Si puedo escribir este texto sin poner en peligro mi vida: es gracias al feminismo.

Algunas personas, de las que yo misma he sido parte, critican la faceta agresiva que pueden tomar en algunos momento las manifestaciones feministas. La verdad es que sí siento dentro mío que la respuesta no es la violencia y el enojo, sino la educación y la toma de consciencia.

Aún así, hoy reflexiono y pienso: después de todo lo que nos han hecho, ¿no tenemos derecho a estar cabreadas? ¿Acaso todo tiene que ser paz y amor? Si hubiera sido al revés y hubieran sido los hombres los sometidos durante lustros, ¿de qué forma reaccionarían ahora que por fin pueden expresarse (de nuevo, en una pequeña porción del mundo)? ¿Por qué molesta tanto una reivindicación feminista y tan poco un anuncio misógino que cosifica a la mujer? ¿Por qué seguimos criticando, acallando, juzgando a las mujeres cuando expresan sus sentimientos e ideas?

Siento que necesitamos ser humildes y pedir perdón al feminismo. Dejar de un lado la guerra feminista y no feminista y rendirnos ante la evidencia: mujeres y hombres estamos donde estamos gracias al feminismo. Vivimos con libertad gracias al feminismo.

Recordemos que el feminismo no es un término abstracto sino un conjunto de mujeres que lucharon y siguen luchando, a veces incluso con el costo de la vida, por crear un mundo más amoroso, igualitario, respetuoso con los seres humanos que lo habitan.

Entonces, por lo menos seamos agradecid@s y tengamos la decencia de reconocer que sin el feminismo el mundo está perdido.

Por una vida de tonalidades violetas, más pacífica, más tierna. Viva el feminismo.

Leonor

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